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![]() ![]() La capacidad de los medios informativos, especialmente la televisión, de mostrar lo que sucede en el mundo casi al instante conlleva grandes responsabilidades para los periodistas. Si no se maneja con cuidado, el enorme volumen de material noticioso con contenidos violentos puede llegar a dominar las salas de redacción y los noticieros. Al informar sobre hechos reales de violencia hay que buscar el equilibrio entre la necesidad de mostrar la verdad y el peligro de ofender al público e, incluso, de hacerlo menos sensible. Asimismo, hay que tratar de evitar que cualquier tipo de conducta delictiva o marcadamente antisocial mostrada en los programas o artÃculos de la Â鶹¹ÙÍøÊ×Ò³Èë¿Ú alienten a la imitación. Como regla general, se debe evitar la violencia excesiva. La imitación de la violencia - Robin White, Jefe de Información del Servicio Africano de la Â鶹¹ÙÍøÊ×Ò³Èë¿Ú Durante los últimos diez años, el norte de Uganda ha vivido una enconada guerra que poco ha llamado la atención de los noticieros. Desde sus bases ubicadas en Sudán, al otro lado de la frontera, los guerrilleros del Ejército de Resistencia del Señor (ERS) vienen atacando posiciones y caravanas militares del gobierno ugandés. VÃctimas de la guerra Sin embargo, las verdaderas vÃctimas son los civiles. Miles de personas han tenido que desplazarse a pueblos protegidos. El ERS fuerza a los niños a unirse a sus filas y hace de las niñas esclavas sexuales para sus combatientes. De cuando en cuando, el presidente de Uganda, Yoweri Museveni, anuncia el final de la guerra, pero el conflicto continúa. Museveni incluso logró un acuerdo con el vecino gobierno sudanés para permitir que sus tropas crucen la frontera con el fin de atacar las bases del ERS, pero poco ha cambiado. En agosto de 2002, los rebeldes asaltaron el campamento de refugiados de Acol-pii, que acogÃa a numerosos desplazados ugandeses y sudaneses. Rehenes Las fuerzas del ERS dieron muerte a decenas de civiles y se llevaron de rehenes a varios funcionarios de la ONU. Poco después, desde algún lugar del norte de Uganda, un comandante rebelde llamó a la redacción del programa "Focus on Africa", del Servicio Mundial de la Â鶹¹ÙÍøÊ×Ò³Èë¿Ú. Eran las 1000 GMT y el combatiente aseguró que iban a matar a los rehenes a menos que transmitiéramos en su totalidad una declaración del grupo guerrillero en la emisión del programa de las 1500 GMT. La declaración, que planteaba las exigencias del ERS, exhortaba a la retirada de las fuerzas ugandesas de Sudán y exigÃa que la ONU se hiciera cargo de los refugiados simpatizantes de los rebeldes en territorio sudanés. Además, pusieron al teléfono a uno de los rehenes, Paul Kilama, quien pidió que los ayudáramos pues, de lo contrario, los iban a matar. Yo le dije al comandante del ERS que de ninguna manera podÃamos transmitir su declaración, pues serÃa una contravención de las normas de la Â鶹¹ÙÍøÊ×Ò³Èë¿Ú. Asimismo le indiqué que no sacarÃamos al aire sus amenazas. "De forma que usted me está ordenando que los fusile", me dijo en tono amedrentador. Le contesté que necesitaba tiempo para consultar con mis superiores y le pedà que llamara de nuevo en tres horas. No me cupo la menor duda de que el ERS cumplirÃa con su amenaza. Al mismo tiempo pensé que debÃamos hacer todo lo posible para salvar la vida de los rehenes sin comprometer los principios editoriales de la Â鶹¹ÙÍøÊ×Ò³Èë¿Ú. La decisión En Londres tomamos la decisión de pregrabar una entrevista con el rehén Paul Kilama sobre la experiencia que estaban viviendo, y resumimos las exigencias del ERS en el encabezado de la nota radial. Le pedimos que no mencionara las amenazas de muerte de los rebeldes, y Paul describió cómo los secuestraron y los forzaron a caminar hasta una zona controlada por el ERS. Luego le leà al comandante guerrillero el texto que habÃamos preparado para presentar la entrevista durante la transmisión, pero me dijo que primero iba a escuchar el programa y luego tomarÃa una decisión sobre su amenaza de ejecutar a los rehenes. El programa salió al aire y no supimos nada del ERS durante tres dÃas. Ya habÃamos perdido las esperanzas cuando un viernes por la noche recibimos una llamada de Paul desde una localidad ugandesa para decirnos que los habÃan liberado poco después de la emisión de la entrevista. Les habÃa tomado todo ese tiempo para llegar a un lugar seguro y encontrar un teléfono. |
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