En defensa de los tabloides
Como con seguridad saben los lectores, ese periódico dominical fue cerrado por involucrarse en lo que parece una campaña generalizada de escuchas ilegales, que abarcaban desde celebridades hasta niñas desaparecidas. Una actividad que amenaza con agrietar el imperio de Rupert Murdoch.
Pero volvamos a la prensa sensacionalista. No compro tabloides porque tengo profundas diferencias con su manera de hacer periodismo. Desde mi punto de vista, la mayoría son misóginos, xenófobos y manipuladores.
Por eso, algo que me sorprendió cuando llegué a Inglaterra fue el gran poder político que tiene la prensa sensacionalista y el respeto que, muchas veces a regañadientes, producen en los periodistas "serios".
Es una sorpresa que a lo largo de los años he visto expresar a otros colegas de América Latina, pero también de países vecinos como Francia o España: ¿Cómo puede ser posible que esas posiciones extremas, esa vulgaridad abierta, tengan algún tipo de legitimidad? Ciertamente, es algo que no ocurre en nuestros países.
Cuando dije que nunca antes había comprado un tabloide, no quiere decir que no los haya leído. En el paquete de diarios y revistas que todos los días llega a nuestra sala de redacción, vienen varios tabloides, y siempre les echo una ojeada.
A lo largo del tiempo he notado un par de cosas: primera, que no todos los tabloides sensacionalistas son de derecha (una idea fija que yo traía de América Latina). Hay algunos que pueden ser considerados de centro izquierda, como el Daily Mirror.
Otra: que detrás de los titulares vociferantes (algunos muy imaginativos) y los primeros párrafos destacando algún detalle sensacionalista, muchas veces se encuentra un texto ortodoxo, escrito con rigor y buenas fuentes.
Esa fue también mi experiencia cuando -para un trabajo de postgrado- hice un seguimiento a las informaciones sobre Colombia en el tabloide The Sun (también de la casa Murdoch): aparte de los titulares sobre drogas o violencia (que buscaban atraer lectores), el resto de la noticia no era muy diferente de la que publicaban otros periódicos "serios".
Y aquí entro a la nuez de este blog: después de pensarlo un tiempo, llegué a la conclusión de que una sociedad que se tome en serio a sus tabloides (como la británica) es más democrática que una que no lo haga (como la colombiana).
Porque, nos guste o no, la prensa sensacionalista, a su distorsionada manera, refleja los puntos de vista, la estética y los gustos de buena parte de la de la población que los lee.
Creo que hay que señalar una diferencia: mientras en América Latina los periódicos sensacionalistas se concentran en crímenes y sexo, en el Reino Unido -además de en eso- también hacen investigaciones sobre escándalos políticos. De alguna manera también fiscalizan.
Sin embargo, en Colombia, un periódico como El Espacio (el tabloide más antiguo y vendedor) jamás tendrá el poder político que The Sun en Inglaterra. Y no solo porque la clase dirigente no se lo toma en serio, sino porque -estoy convencido- tampoco se toman en serio políticamente a las personas que lo leen.
Creo que lo mismo ocurre con periódicos sensacionalistas como La Cuarta, en Chile, o Alarma en México.
Podemos discutir de manera interminable si los tabloides reflejan realmente los puntos de vista de quienes los leen, si se trata -en el caso de Inglaterra-, de personas xenófobas o misóginas. Eso puede ser tema de otro blog.
Lo que me parece evidente es que, detrás de la fuerza política de la prensa sensacionalista inglesa, se encuentran los millones de personas que la leen.
Y en un democracia, creo que es sano escuchar esas voces.
ComentariosAñada su comentario
Realmente discrepo en que haya tabloides de tendencias izquierdistas. Es un cebo para atrapar a lectores que saben no los leerían si sólo fueran de derecha. Los tabloides son los responsables muchas veces del auge de los políticos ultraderechistas, pues cuando los diarios serios son reticentes a darles espacios en sus páginas, estos utilizan la facilidad con que los frívolos compran el tabloide y se hacen aparecer en sus páginas y con ello dejan su mensaje populista que los confunde y a la larga hace que voten por ellos. Vivo en Finlandia y he visto en casi 20 años de residencia en este país como el caldo de cultivo ideal para despertar y hacer fermentar la xenofobia son los tabloides "amarillos". Son ellos los responsables de que por ejemplo, la palabra somalí sea un equivalente a malapalabra o blasfemia en Finlandia. Son ellos los que dicen que los extranjeros son violadores, son "vividores", son holgazanes, son abusadores de las bonanzas de la seguridad social y junto con estas noticias te ponen para dar más efecto entrevistas con ultradechistas como Olavi Mäenpää, o Timo Soini, lo que genera un efecto instantáneo de inclinación del votante por estos peleles. Jamás publican nada positivo del inmigrante o del negro. Es fácil verlos publicar noticias de como un africano contagió a decenas de personas con VIH, o de como un emigrante cometió un acoso sexual o una violación, o un emigrante arrebató un bolso a una anciana, o un gitano búlgaro o rumano robó algo, como si cualquier persona con instintos criminales, sea inmigrante o no, no fuera capaz de hacer esas cosas.
Además, tienen la odiosa costumbre de husmear en las intimidades de las personas y de abrirle las puertas a los inoportunos paparazzies, tan violadores de la vida privada de los demás. Son realmente un asco.
Juan Carlos Pérez Salazar:
Al parecer esta es su primera publicación en el Blog de los Editores,como lectora de 鶹ҳ Mundo leo asiduamente esta sección.
Espero tenga mucho éxito y sigan compartiendo sus reflexiones con los lectores.
Felicidades!!!