Elogio a la irreverencia
![Gore Vidal](/staticarchive/c39e220e195f6375a25b9a6d6edeb950b4c9222d.jpg)
Dispara preguntas que muchos no se animarían a formular, quizás por un respeto ciego a determinadas creencias o al orden establecido, o bien por estar habituados a las circunstancias.
De partida, esa "falta de respeto" lleva a meterse en terrenos geográficos e intelectuales en los que pocos incursionan y promueve la reflexión sobre la realidad.
Puede hacer que el público cambie su perspectiva de las cosas y hasta movilizarlo a transformar determinada situación.
(Se me ocurrió escribir esta entrada al blog luego de la muerte, la semana pasada, del escritor Gore Vidal -en la imagen-, un maestro de la irreverencia que dejó algunas de las frases más incisivas sobre la sociedad estadounidense).
Pongo algunos ejemplos de periodismo irreverente.
Recientemente, el periodista de la 鶹ҳ Ian Pannell se animó a mezclarse con los rebeldes de Alepo, en Siria, y comprobó que no sólo el gobierno comete abusos en el conflicto sino también, en ocasiones, los insurgentes.
Tuvo el atrevimiento de ir allí donde pocos han ido y desafiar la visión más difundida en Occidente de que los rebeldes son "los buenos" y los efectivos del gobierno son "los malos".
![Combatiente del Ejército Libre Sirio](/staticarchive/46397340ffd72043c4bc6166c2f81f3b372e581e.jpg)
Otro reportero de la 鶹ҳ, Richard Bilton, apeló a la irreverencia para exponer uno de los costados sombríos de los Juegos Olímpicos de Londres: la venta ilegal de boletos para las diferentes competencias deportivas que -por un escándalo aparte- se quedaron con muchos asientos vacíos.
Bilton filmó de forma secreta cómo en pocos minutos conseguía tickets para el judo a pesar de la estricta vigilancia de policías vestidos de civil. Así, gracias a su osadía, logró exponer la ineficacia de las autoridades en sus esfuerzos por evitar las "boleterías" ilegales.
En ambos ejemplos había evidencia en video para sostener lo que se afirmaba y cuestionaba. Los periodistas partían de una "falta de respeto" a las realidades conocidas, aunque mantenían el respeto al público exponiendo los hechos.
Pero cuando no hay pruebas, la irreverencia puede transformarse en una descarada injuria. Y hacerse eco de ella como periodistas, con apresuramiento y poco juicio, puede conducirnos al error.
La semana pasada, la nadadora china Ye Shiwen fue víctima de un comentario tanto irreverente como infundado en los Juegos Olímpicos.
La joven sorprendió al mundo al marcar el récord mundial en la carrera de 400 metros combinado. Causó asombro porque lo logró con sólo 16 años y porque nadó el último tramo más rápido que el ganador del evento masculino, el estadounidense Ryan Lochte.
Enseguida, esta hazaña fue arrojada a aguas turbias. En medio de la euforia, un entrenador de EE.UU. tuvo la osadía de cuestionar el récord y calificarlo de "imposible", lo que dio pie a especulaciones sobre un supuesto dopaje, algo que Ye negó.
Muchos medios de comunicación se dejaron arrastrar por las olas del caso. A partir de aquel descaro revisaron antecedentes, entrevistaron a expertos e incluso adoptaron un enfoque atrevido: analizaron el posible uso de ingeniería genética para mejorar el rendimiento deportivo.
Sin embargo, no se ha probado ni el uso de sustancias prohibidas ni la manipulación de genes por parte de la atleta. "Yo he demostrado mi capacidad en los Juegos", le dijo Ye a la 鶹ҳ. "Creo que lo demás es envidia".
Aun así, en el tema de la nadadora china la irreverencia impulsó a 鶹ҳ Mundo a explorar ángulos con un pie más firme, como por qué las adolescentes pueden alcanzar grandes marcas deportivas y por qué la polémica sobre Ye es un típico ejemplo de ilusión periodística que busca estimular el interés del público.
![Ye Shiwen](/staticarchive/59a42b67a68708aa751a96adcc54675200c6cdc2.jpg)
Pero al mismo tiempo debe cumplir con estándares básicos como precisión e imparcialidad.
Porque de lo contrario, pasa lo que les ocurrió a los periodistas que siguieron imprudentemente las brazadas del entrenador estadounidense: como él, se quedaron con el rostro mojado.
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Esto me recuerda el caso acá en Venezuela de una periodista de Globovision que en el año 2009 (si mal no recuerdo), cubriendo la plenaria de la Asamblea Nacional, "ponchó" la computadora de uno de los diputados, arriesgándose, en vivo,a afirmar que estaba viendo pornografía, cosa que no podía comprobarse, pues la visual no era nada clara. Esto desencadenó que la pdta. de la AN prohibiera la presencia de los medios de comunicación a las discusiones diarias y lo limitó al canal de la Asamblea. Nunca se comprobó que el diputado estaba viendo pornografía y tampoco trascendió. Los medio sí quedaron viendo, por TV desde una sala habilitada, las sesiones diarias. Irreverencia de gran consecuencia.
Creo que ese respeto por el derecho del público a ser debidamente informado es lo que hará que el periodismo siga siendo actual. Necesitamos más periodistas irreverentes en todo el mundo.
La irreverencia a la que alude el artículo no es nada nuevo. Es más, es algo común en muchos medios periodísticos.
Podría estar largo rato citando ejemplos de este año y de décadas lejanas, de periodistas y medios de comunicación que investigan y revelan verdades dolorosas.
Quizá en el fondo es novedad para 鶹ҳ, medio que, resultado de sus principios (a los que siempre se refiere), transcurre preso de sus propios moldes.
Es buena señal que en su Consejo Editor se hable del tema. Tal vez le llegó el tiempo a 鶹ҳ de “sacudir” su manual deontológico para ponerse en línea con esos medios y periodistas irreverentes a los que ha empezado a valorar.
Con frecuencia ocurre en ruedas de prensa, que cuando hayas un periodista que se atreve a hacer lo que corresponde; las verdaderas preguntas y no las de cajón, despierta la envidía de los colegas, por el simple hecho de que no tienen calzones suficientes, tampoco coraje ni argumentos para preguntar, lo que a la final se convierte en el titular y la noticia todos los medios.
El ejercicio del periodismo ha transcendido la irreverencia para adentrarse en la manipulación y los intereses económicos y políticos del poder mundial. Los medios en manos de poderosos que tiene dinero, tienen imprentas y tienen periodistas son el Imperio de la injuria. Ya lo decía Karl Kraus (Un irreverente): ¡Tienen la prensa, tienen la bolsa, y ahora tienen también el subconsciente! En Venezuela los vemos vomitar su veneno a diario.
Estimado Fernando, hay innumerables ejemplos de irreverencia periodística en la historia de la 鶹ҳ, de modo que no es algo nuevo: está presente en el código editorial desde hace mucho tiempo. El objetivo de este blog es simplemente reflexionar sobre algunos acontecimientos recientes y su cobertura periodística.
Estoy de acuerdo en que el periodista sea irreverente en uno que otro momento, pero debemos cuidarnos de los que se visten de irreverentes cuando lo que hay detrás es un grupo político o un sector financiero o empresarial detrás.
No nos dejemos engañar de los periodistas serviles y vendidos.