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Derechos de los árboles

Aunque no fue el primero, Christopher Stone (una autoridad mundial en asuntos ambientales y globales, entre ellos leyes y ética ecológicas, y efectos ambientales del comercio, y profesor de la Universidad del Sur de California en Propiedades, Globalización, Derechos Colectivos, y Leyes, Lenguaje y Ética), .

Su ensayo sobre sirvió -pocos días después de publicado- como referencia sin precedentes en un caso que hace treinta y cuatro años resolvió la Suprema Corte de Estados Unidos.

Stone planteó que los objetos naturales, además del derecho a representación legal, deberían tener al menos los derechos básicos de que se tomaran en cuenta los daños que pudieran haber sufrido cuando se planteara la necesidad de reparación, y de que tales objetos naturales pudieran beneficiarse con dicha reparación.

Como ni las aves ni los árboles ni las costas pueden ejercer sus derechos, lo natural sería que grupos o personas los representaran.

La idea, entonces como ahora, era que el ser humano estableciera una relación ética con la Naturaleza en vez de seguir pensando en términos homocéntricos.

Y como el hombre ya no era la medida de todas las cosas, se trataba de conservar la Naturaleza porque hay que hacerlo no para las generaciones futuras sino porque hay que conservar la Naturaleza.

En la teoría de Stone, el medio no existe para el hombre pero puede ser que el hombre exista para el ambiente.

El capítulo séptimo

Y entonces consideremos el capítulo séptimo de la Constitución de Ecuador.

Lo primero que dice es que la Naturaleza o Pachamama, donde se reproduce y se realiza la vida, tiene derecho a que se respete integralmente su existencia.

Son cuatro acápites sin desperdicio, en los que se advierten el cuidado y la imaginación de sus promotores, entre quienes estuvo , quien fue presidente de la Asamblea Constituyente hasta el día de junio en que presentó .

Lo primero que uno piensa al leer el capítulo séptimo es que se trata de algo bueno, que lleva la ley más allá de los límites que le ha impuesto la idea de que el hombre es el centro de todas las cosas, aunque no lo haya sido nunca o haya dejado de serlo.

Y después piensa uno ; después de todo, la Constitución de Ecuador es una obra humana con buenas intenciones, pero al parecer no es mucho más que eso.

Lo que hay que hacer ahora es ver qué pasa, porque no todos los días surge una idea que cambia el sentido del mundo y de quienes vivimos en él. .

Por lo pronto, la idea de Stone (que tampoco era nueva) encontró un eco impensado en uno de los países de nuestra América, y eso es algo que debe celebrarse y se celebra.