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Viernes sin huracán

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Miguel Molina | 2007-09-07, 15:10

Diario de un reporteroUn lunes de octubre hace diecinueve años comenzó la semana del huracán grande que cruzó Costa Rica, Nicaragua, Honduras, El Salvador, Belice y Guatemala llevándose cosechas, casas, cerros y todo lo demás que encontró a su paso. Murieron veinte mil personas y quién sabe cuántos animales.

Desde entonces han pasado diecisiete huracanes cuyos nombres sólo recuerdan quienes perdieron alguien o algo en el viento, en el agua o en el lodo, porque la memoria colectiva es corta, cuantimás ante la desgracia.

Pero parte del trabajo del periodista es conservar el recuerdo de lo que otros olvidaron y contrastarlo con el presente para ver si se aprendieron las lecciones de la historia.

La casa que voló

Yo nací un año de huracán grande, cuando el ventarrón dobló las palmeras del parque de mi pueblo en Veracruz sin troncharlas, y la lluvia no caía de arriba a abajo sino de lado, y pasaba de largo de aquí para allá como si fuera la misma ráfaga enloquecida que en esos días destruyó Chetumal.

Dicen los que lo vieron que la furia del ciclón levantó por el aire una casa con veinticinco personas dentro y la hizo volar más de trescientos metros, aunque uno no crea esa historia cuando ve la construcción de madera que alguna vez fue amarilla y que tal vez sigue en pie en la esquina donde la posaron las fuerzas del meteoro.

La leyenda cuenta que tres años antes del huracán –que se llamó Janet- Chetumal se llenó de moscos bobos que dejaban manchas verdes en todas partes y se convirtieron en una plaga en varios sentidos. Pero nadie prestó atención.

Eso pasa cada año

A estas alturas pocos pueden dudar que el clima está cambiando –ya sea por acción del hombre o porque así nos tocaba-, y que esos cambios implican condiciones cada vez más extremas.

Y todos, hasta quienes viven en otras partes del mundo, saben que cada año hay una temporada de huracanes en el Mar Caribe, en el Golfo de México, en el Océano Pacífico.

Por eso todos, y principalmente los gobiernos de la región, deberían estar preparados para hacer frente a lo que traen agosto, septiembre y octubre. No todos pueden.

No es poca cosa

Estar preparado para lo peor es caro. Hay cosas que pasan cuando nadie lo espera, como los terremotos, y hay cosas que no se pueden evitar, como los huracanes.

En casos así hay que llevar comida, agua, ropa seca y cobijo, médicos y medicinas, seguridad y servicios, desplazar camiones y helicópteros y aviones y mulas, organizar el rescate, promover la solidaridad, restaurar las comunicaciones, supervisar la reconstrucción, rehacer la industria y el comercio, apoyar la recuperación económica y etcétera. Y mantener el resto del país funcionando más o menos como si no pasara nada.

No es poca cosa. Además de mucho dinero se necesita mucha disciplina política y un gran sentido de servicio social, o al menos uno de las tres.

Cuba tiene uno de los mejores sistemas de emergencia civil del mundo. Hace seis años Michelle destruyó parte de la isla y mató sólo a cinco personas gracias a la oportunidad con que se organizó la evacuación de casi tres cuartos de millón de cubanos.

Guatemala evitó pérdidas económicas importantes porque tuvo la previsión de proteger sus plantaciones de banano con bardas y bordes. Y en Belice la gente se preparó sin pánico para lo que iba a venir, que no fue excesivo.

La prensa

La prensa, sobre todo la de América Latina, hace un recuento de lo que sucedió, más allá de la triste estadística de la muerte y del destrozo.

La prensa de Honduras reporta que el gobierno prefiere adoptar una visión optimista ante la desgracia que produjo el huracán Félix.

En Nicaragua, la prensa informa que Estados Unidos envió doscientos mil dólares con la advertencia de que se trata de ayuda al pueblo nicaragüense y no al gobierno que ese pueblo eligió democráticamente. La suma equivale a lo que Washington gasta en tres minutos en Irak.

En El Salvador, la prensa advierte que once por ciento del país corre el riesgo de sufrir deslaves. Los pescadores salvadoreños –que llevaban tres días sin salir al mar- no esperaron a que el gobierno levantara la prohibición y zarparon en busca de aguas revueltas.

En Guatemala, que se prepara para elegir presidente, los periódicos señalan que las inundaciones afectaron a cientos de familias pero al parecer no causaron daños mayores.

La prensa de Costa Rica revisa lo que ha pasado en otros países de la región.


Un instante

Sabrá dios, dice el bolero: uno no sabe nunca nada. Hacía frío en Londres la madrugada del jueves y se murió Pavarotti.

Por un instante la atención del mundo se distrajo de víctimas y huracanes y destrozos, y uno se dio cuenta de que todos perdimos algo, y poco tiempo después uno volvió a pensar en lo que perdieron algunos.

Y viene otro huracán que por el momento es brisa que será viento que se volverá ventarrón, y más temprano que tarde tormenta tropical y después quién sabe.

ComentariosAñada su comentario

  • 1. A las 06:29 PM del 08 Sep 2007, Mario L.Grigorio F. ó:

    Amigo Miguel,a esta altura casi un cuate,tanto hace que leo sus impresiones y reflexiones,dice un antigüo refrán"El hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra",algunos gobiernos en el mundo tienen claro que lo primero y más importante es su pueblo y tratan razonablemente de protegerlo,otros la mayoría, están muy ocupados atendiendose a si mismos y sus miserables intereses políticos y electoreros.Un cercano y lamentable ejemplo,el terrible resultado de Kathrina en EEUU,donde a las perdidas materiales se agregaron perdidas culturales invaluables,principalmente de la comunidad negra y su enorme legado Músico-cultural,mientras el mundo observaba con estupor la indiferencia del gobierno del sr.Bush ante la tragedia.Y ciertamente hoy el clima está mal y el sentido común nos dice que mañana estará peor, y,si nos tocaba ,como usted dice,los paises más importantes se encargan de que séa aún peor,negandose a reducir la contaminación que genera su actividad.En fín ,reciba mi saludo y páselo ud.bien Mario

  • 2. A las 06:19 AM del 09 Sep 2007, Gerardo E. Dulzaides ó:

    Amigo Miguel: Yo nacì y me hice hombre en una isla del Caribe, y conozco bien de huracanes, destrozos y muertes; y conozco también de dictaduras, gobiernos e ideologìas; pero sobre todo conozco de gobiernos que practican el humanismo dándole protecciòn a su poblaciòn, y de otros que no tienen dinero para ello o no les interesa mucho. Su menciòn a la muerte del barìtono Pavarotti es correcta y me agradò; porque Luciano Pavarotti fue un buen mensajero de la mùsica y la paz en medio de un mundo convulso. Descanse en Paz. Gracias amigo Miguel.

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