Generosos narcotraficantes mexicanos
Pues eso. Que don Carlos Aguiar Retes declaró que le preocupa altamente el narcotráfico, "vehículo innegable de la cultura de la muerte, así como los ataques contra la vida y la familia, patrimonio
de la humanidad".
El señor Aguiar es obispo de Texcoco y presidente de la Conferencia Episcopal Mexicana, y su declaración -que es parte del mensaje de los obispos al pueblo de México- no habría sorprendido a nadie si monseñor no hubiera dicho lo que dijo en la conferencia de prensa después de la asamblea.
-pese a su preocupación- la iglesia se ha visto beneficiada por acercamientos de narcotraficantes, que siempre son "muy generosos", y sugirió que tal vez debería haber una ley que protegiera a quienes quieren dejar "el oficio". Pero en México no se pueden decir esas cosas.
Es sabido que los narcotraficantes se han acercado a los padres de la iglesia desde hace tiempo. Y no es secreto que los padres de la iglesia son hombres cercanos al poder en el reino de este mundo.
Relación discreta
Uno de los ejemplos más contundentes de la relación "discreta" de la jerarquía católica con los personajes del narcotráfico y del acceso que pueden llegar a tener en círculos políticos es el del encuentro del nuncio Girolamo Prigione con uno de los Arellano Félix.
La historia cuenta que el presidente Carlos Salinas llamó al Procurador General Jorge Carpizo la noche de un domingo de 1993 y le dio instrucciones de que fuera a la residencia presidencial.
Ahí estaban el presidente y el nuncio Prigione, que llevaba un mensaje de uno de los Arellano Félix, al parecer Ramón, el más violento de la familia, quien se había presentado en la nunciatura y le pidió al enviado papal que interviniera en un asunto sencillo pero terriblemente complicado.
Arellano Félix ofrecía entregarse pacíficamente a cambio de una entrevista personal y privada con Salinas. Carpizo señaló que un presidente no se entrevista con delincuentes. Salinas se negó a recibir al narcotraficante. Monseñor Prigione no insistió.
Y cuando Carpizo dejó de ser Procurador publicó los detalles del encuentro en su libro "Asesinato de un Cardenal", sobre el caso de monseñor Juan José Posadas Ocampo.
Ante la Virgen de Guadalupe y ante el nuncio, los Arellano Félix juraron que se habían confundido y mataron al cardenal en vez de asesinar a Joaquín Guzmán, El Chapo, y querían explicarle todo al presidente.
No pasó nada, pero a muchos dentro y fuera les quedó la impresión -cierta o falsa- de que en México un narcotraficante podía enviar un mensaje al presidente y buscar una entrevista privada por conducto del representante papal.
Pez en el agua
La generosidad de los narcotraficantes -cuya vida está marcada por la certeza de que todo es violento y por lo tanto es breve- tampoco es un secreto.
No vale la pena analizar aquí o ahora los motivos de las larguezas -quizá producto de la culpa- que mencionó el obispo de Texcoco y que ilustró, por ejemplo, . No se diga más.
Tal vez lo que dijo monseñor Aguiar fue un pez en el agua turbia de la política mexicana, y sus palabras fueron más una reflexión inter pares que una propuesta seria a una sociedad que los obispos mexicanos ven con preocupación.
Puede ser. Los obispos están "conscientes de que el cambio de época estremece las estructuras de la Patria", cuyas fuerzas "parecen descoyuntarse y agitan el corazón de muchos compatriotas, particularmente en las regiones marcadas por la pobreza y la violencia".
Vaya. Unos ven en esta historia una nueva versión de la historia del nuncio. Uno no sabe qué pensar. Pues eso.
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No hay por que asombrarse por lo comentado por Miguel Molina,es bien viejo y trillado que la "iglesia" se vincule con personajes siniestros o de mala reputacion que tratan de buscar el perdon divino por intermediacion de otros mortales terrenales que solo tiene el don de predicar la palabra de dios(hay muchas exenciones).
Esta practica es ya comun,los politicos se engargaron de licenciarla desde hace muchas decadas,ahora nos queda revertir esa mala practica y convertirla en norma de nuestras vidas
"Todavia hay perdon divino"
Estimado amigo Miguel: el problema es que muchas buenas personas confunden a Diòs con Iglesia;sin percatarse que la Iglesia la componen seres humanos como usted y yo; y aunque no se puede generalizar, miembros prominentes que representan a la Iglesia han tenido contactos (y negocios serios) con la Maffia, con narcotraficantes, y con el Partido Nazi de la Alemania Hitleriana. Con independencia de los viejos pecados de quemar vivos en la hoguera a otros cristianos por el sòlo hecho de no opinar como la Iglesia. Y si retrocedemos a las Santas Cruzadas contra el Islam, llego a la conclusiòn de que hay bastantes pecados de que arrepentirse. Gracias por su buen trabajo.
¡Qué asco! y tristeza. ¿De qué podrán arrepentirse, si asesinan violenta y también lentamente? No creo que algún narco o sus familiares altamente favorecidos y hasta orgullosos de su oficio posean la capacidad de reflexión para ver de qué manera perjudican a la sociedad, que por otro lado, secretamente los admira. Los jóvenes quisieran ser como ellos: con poco o nulo esfuerzo intelectual obtener tal poder adquisitivo -además del "prestigio" de ser verdaderos perdonavidas- porque todo a nuestro alrededor nos habla más de sus logros que de las sanciones, esta es una sociedad hedonista y nadie aspira a vivir honestamente y exigir justicia social, sino en arrebatar y satisfacerse a cualquier costo, que es algo que los sres. narcos ejemplifican con alto grado de éxito. ¿Cómo podrían dejar de ser "generosos", si no saben lo que es obtener algo con trabajo, y si además saben muy bien que están envenenando a las nuevas generaciones? Le están arrebatando la vida a miles que no encuentran otro sentido en su vida que el placer momentáneo de sus drogas adulteradas.... de cualquier modo, no hay generosidad que cubra el grave daño a este país que no sabe darle educación y trabajo a su juventud. De cualquier manera, esta "generosidad" sólo alcanza a los viejos los de la polìtica y el clero, que tampoco tienen mucha idea de lo que es el bien común, no lo olvidemos.